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Violencia Institucional

Esta sección reúne la documentación producida por CELS desde mediados de la década del 80 hasta la actualidad a partir de las investigaciones, estudios y litigios realizados en torno de las problemáticas de violencia institucional, en democracia. También refleja la construcción de alianzas con otras organizaciones sociales y el trabajo con familiares de víctimas de la represión policial. Incluye publicaciones, insumos de investigación y elaboración de estadísticas propias.
Se agrupa en 48 cajas de documentación en papel que se encuentra inventariada, lo que se complementa con la documentación electrónica que aún no ha sido tratada archivísticamente.
La serie "Base de datos" responde a los inicios del trabajo sostenido desde 1996 de recolección y sistematización de información de casos de violencia policial publicados en periódicos y la producción de datos estadísticos propios. https://violenciapolicial.org.ar/
Estas líneas de trabajo en el CELS tuvieron origen a mediados de los años 80 cuando la organización comenzó a trabajar sobre las violaciones a los derechos humanos cometidas en democracia. En 1986, abogados y abogadas del CELS comenzaron a atender denuncias sobre violencia ejercida por funcionarios policiales, se realizaron investigaciones para analizar y comprender la problemática. Un año después se constituyó un programa de trabajo específico para realizar una investigación interdisciplinaria sobre detenciones policiales. Entre otras acciones, el CELS generó una red con organizaciones villeras y centros de estudiantes para recibir denuncias, presentó una acción de hábeas corpus a favor de personas detenidas a consecuencia de una razzia realizada en el barrio General Belgrano —Villa Oculta— de la Capital Federal.
El CELS se sumó a la Campaña antirazzias organizada por la Comunidad Homosexual Argentina y sostuvo denuncias sobre la ilegalidad de estos procedimientos.
La estrategia de litigio estratégico implicó llevar causas en tribunales locales e internacionales como, entre muchos otros, el caso de Walter Bulacio por detención ilegal y abuso de la fuerza ante Sistema Interamericano de Derechos Humanos; el caso del policía Hugo Airali que permitió poner en discusión las leyes orgánicas de la Policía Federal; el amparo colectivo por el derecho a la participación política de los presos sin condena; el caso Tiscornia, por acceso a la información producida por la Policía Federal Argentina, el caso de Darío Riquelme y Mariano Witis que permitió problemátizar diversas dimensiones del uso ilegal de la fuerza por parte de la Policía Bonaerense. Más cerca en el tiempo, el CELS también ha acompañado y litigado casos en los que se investigan formas de desaparición en democracia, como los casos de Luciano Arruga y de Santiago Maldonado.
En 1995 comenzó a funcionar el “Programa Violencia Institucional, seguridad ciudadana y derechos humanos”, dirigido por Sofía Tiscornia e integrado por María Victoria Pita, María Angélica Villarruel, Gastón Chillier y Gustavo Palmieri, Mercedes Korim, Josefina Martínez y Vanina Lekerman. Desde entonces la agenda de trabajo se ha ampliado al análisis de políticas de seguridad, elaboración de propuestas de regulación y control del uso de la fuerza, análisis y denuncia de lógicas de violencia institucional en diferentes contextos de encierro.
Desde la represión del 19 y 20 de diciembre el CELS sostiene un trabajo de investigación, denuncia y litigio sobre la respuesta estatal a las protestas sociales, en dimensiones tales como la represión, la criminalización, la inteligencia ilegal a organizaciones sociales y políticas y el modo en que se procesan las demandas. Desde entonces, el CELS ha investigado y litigado numerosos casos en los que la respuesta estatal al ejercicio del derecho a la protesta ocasionó muertes, la mayoría de personas muy jóvenes y afectó la salud y la integridad física de cientos de manifestantes: el 19 y 20 de diciembre de 2001, la Masacre de Avellaneda en 2002, las represiones a las comunidades Qom en Formosa en 2010, el asesinato de Mariano Ferreyra en 2010, la represión en el Parque Indoamericano en 2010, la Masacre de La Cárcova en 2011 y la cacería policial del 8 de marzo de 2017 luego de la manifestación con la que cerró el Paro Internacional de Mujeres en Buenos Aires son algunos de ellos. La persecución penal de los referentes sociales también ha sido una preocupación central, como la criminalización de la dirigente Milagro Sala y de la agrupación a la que pertenece, la Organización Barrial Túpac Amaru, en la provincia de Jujuy.

Equipo de Salud Mental

Esa sección reúne los documentos producidos y reunidos por el Equipo de Salud Mental desde su creación en los primeros años de la institución hasta la actualidad. Incluye bibliografía, informes, memorándums, artículos, correspondencia, proyectos de financiamiento y documentos de trabajo.
Hasta 2003 la documentación se encuentra en papel, organizada en cajas e inventariada. A partir de esa fecha, la documentación conservada es principalmente electrónica y aún no ha tenido tratamiento archivístico.

Historia institucional
La atención psicoterapéutica fue una de las formas de intervención del movimiento argentino de derechos humanos desde sus inicios, tanto en el país como en el exilio. La psicoterapia, en particular el psicoanálisis, fue uno de los primeros ámbitos donde empezaron a emerger los testimonios de las crueldades del terrorismo de Estado, tanto por parte de sobrevivientes de la detención clandestina y la tortura, como de familiares y de niñes apropiades.
En los primeros años del CELS, un grupo de psicólogas y psicoanalistas se agruparon como Equipo para la asistencia de quienes se acercaban a la institución. La capacidad de atención se fue incrementando con una mayor cantidad de profesionales y por la articulación con otras instituciones.
En 1984 se formalizó la creación del Equipo de Salud Mental, que en rigor había comenzado a funcionar varios años antes. Laura Jordán de Conte fue la primera coordinadora del equipo integrado por sus fundadoras Elena Lenhardtson, Matilde Ruderman y Ana Goldberg, junto a los psicólogos Rubén García, Javier Mignone y Oscar Rassori. Los efectos del exilio, los procesos de restitución de niñes apropiades, el trauma social y sus efectos en las víctimas fueron algunos de los principales temas y ejes de trabajo clínico y teórico.
El equipo promovió debates en los espacios académicos y profesionales en los que sus integrantes participaban. También participó de la introducción de una perspectiva de salud mental articulada con los derechos humanos en la universidad pública, tanto en la investigación como en la docencia. Articuló regionalmente su trabajo en el Centro de Documentación e Investigación Científica en Salud Mental y Derechos Humanos (CEDDI) y en otras redes y congresos regionales e internacionales.
Las diferentes etapas que atravesó el proceso de memoria, verdad y justicia marcaron el trabajo en la clínica. Su pulso se imprimió en las posibilidades de elaborar la crueldad padecida y sus formas particulares. Esto consta en los registros del equipo sobre los primeros años de la democracia, marcados por el retorno del exilio, el trabajo de la CONADEP y el Juicio a las Juntas; el impacto de las leyes de impunidad y los indultos; los levantamientos militares de 1987, 1988 y 1990; las políticas de reparación económica y el contexto marcado por el testimonio del exmilitar Adolfo Scilingo y los Juicios por la Verdad.
De la misma forma, la participación del equipo en casos del CELS ligados a violaciones de derechos humanos ocurridas en democracia –sobre hechos de violencia institucional– implicó una ampliación temática y de las formas de trabajo. Para este tiempo, la organización había comenzado a abordar algunos casos con una estrategia interdisciplinaria: acciones de comunicación, investigación, propuestas de políticas públicas y acompañamiento del equipo de salud mental. Eso se tradujo, para el equipo, en un trabajo con víctimas de hechos por los que el CELS estaba litigando, estrechamente ligado a la estrategia judicial.
Esta modalidad de articulación interdisciplinaria, que desde la perspectiva de la salud mental se denomina como “abordaje psico-jurídico”, fue enriquecedora para la estrategia integral de los casos y para la experiencia de contacto de los familiares con el Poder Judicial. Con el tiempo, el equipo de salud mental sistematizó esta práctica profesional que se extendió cada vez a más causas en las que litiga el CELS.
El recorrido de 40 años del equipo de salud mental en una organización de derechos humanos da cuenta de la riqueza del trabajo interdisciplinario, de la atención a los aspectos subjetivos de las personas a las que el CELS representa en instancias legales y de la adaptación a las demandas de cada época. Desde su origen, el equipo se sostiene con coordenadas éticas, conceptuales y técnicas que lo dotan de una identidad particular.
Las coordinadoras del ESM han sido Laura Jordán de Conte (1984-2000), Graciela Guilis (2000-2006), Roxana Amendolaro (2006-2010), Macarena Sabin Paz (2010-hasta la actualidad).